Crónicas del bus

Aquí dejo, como recuerdo, las pequeñas crónicas que he ido escribiendo en Facebook muchos de los lunes en el bus camino al sur turístico durante dos años. Trocitos de vida en los que he intentado practicar la extrañeza y la ingenuidad, dos cualidades que me encantan.

Faltan, y mucho, los comentarios que mi gente querida, real y virtual, iba haciendo en cada publicación. Así, los exilios-de dentro y de fuera- se han llevado mucho mejor.

Ahí van:

6-2-2017

Los lunes laborables de invierno suelen ser sinónimo de horror…menos en este autobús Valencia-Benidorm que cojo todas las semanas.
Aquí estamos 20 señoras jubiladas, algún marido despistado y yo, rumbo a las mejores ofertas hoteleras del Imserso.

Se parten de risa: algunas se han olvidado el bañador y dicen que se meterán en el spa a pelo. Nos falta cantar «una sardina, dos sardinas…» pero claro, en la radio suena Bonnie Tyler que mola más.

Yo es que las primeras veces me espanté mucho, pero ahora respiro hondo y agradezco al universo estas experiencias surrealistas que me ofrece…

Hay otros lunes…

15-5-2017

Hoy en el bus suena «Eres bellia como una estrellia». Esa «i» intercalada me produce escalofríos, de siempre.

Le seguirían en el ranking de repeluses fonéticos las esdrújulas políticas (séguridad y déterminacion).

La vocal que se cuela en «quererete a ti, es querere ganar el cielo por amoooor» (esvarabática, creo que se llama) en cambio me encanta porque es Ángela Carrasco y eso son palabras mayores.

Yo es que aquí llego a conclusiones interesantes.

Feliz lunes!

22-5-2017

El tema de conversación más habitual en los autobuses de Alsa, el verdadero eje vertebrador, son los reposabrazos.
Cómo se suben, cómo bajarlos para poder salir del asiento.

Gracias a su mecanismo infernal nos socializamos, se dan escenas de verdadera solidaridad intergeneracional, y las usuarias pro, como yo, podemos ser útiles en este microcosmos.

Hay quien no acepta muy bien su vulnerabilidad y entra en pánico al llegar a Benidorm, viéndose atrapado en el autobús la semana entera de vacaciones, sobre todo al recordar que el jamón de york está abajo, en la maleta, con el calor que hace.

Además, quedan atrapados de dos en dos, porque si no sale el viajero de pasillo tampoco lo hace el de ventana, y todo es un drama de repente.

Yo le diría al señor Alsa que hiciera algo al respecto.

5-6-2017

Yo en el bus siempre reservo el asiento 14, con la esperanza de que el 13 quede libre, por superstición. A veces funciona, hoy no.

13 no es supersticiosa, se ve; es sincera, o eso dice por teléfono desde hace una hora. Ella es así y a quien no le guste que se aguante. Yo la primera.

Detrás de mí, 20 también es bastante locuaz y le cuenta a 21 que a sus 75 años le encanta bailar y que este «autocar» va muy deprisa. Le cuenta muchas más cosas, y yo me alegro de no ser 21, porque a veces de lo entrañable a lo insoportable hay una fina línea y yo hoy la cruzaría.

Por detrás dicen que huele a pescado y echan desodorante. Suena Shakira. Corto.

12-6-2017

Una cucaracha entrando en Loewe; despacio, desafiante. Eso fue un acto subversivo, sin duda. Yo lo vi, y daban ganas de aplaudir.

Aquí en el bus, en cambio, esta cucaracha del pasillo no es subversiva, es una consecuencia: para uno, del mal estado de la estación. Para otra, de la antigüedad de los autobuses. Otro, menos determinista, lo atribuye simplemente al verano.

Este último ha sido el que la ha sacado a patadas, con la facilidad de los gestos cotidianos.

De hecho, creo que aquí la más alarmada soy yo, que casi me subo encima del señor de al lado y sigo clavada en el reposapiés como un loro.

Y así seguiré hasta Benidorm, mientras pienso en la importancia del contexto.

19-6-2017

Hoy tengo el cuerpo raro, como escindido de la cabeza. En días así me suelen suceder cosas curiosas, por eso no me ha extrañado cuando, en el tren, me he sentado a mi lado.

Me he apartado un poco para dejarme pasar, que parece que no estoy ya muy flexible. Debo de tener unos 65 años.

Para iniciar conversación, he estado a punto de decirme que me parezco a la cantante de Presuntos, pero esto realmente nos hace muy poca gracia, así que me he callado.

Miro de reojo el libro que tengo entre las manos- el mío no, el suyo- con la esperanza de comprobar que Lorrie Moore haya sacado otra novela (suele ir lenta…), pero aparto la vista espantada al descubrir que voy leyendo a Javier Marías, con lo mal que me cae.

Cierro los ojos e intento dormir. Aquí al menos no suena la radio de Alsa.

25-9-2017

No sé si ha sido antes la voz o el olor, el caso es que al grito de «¡alguien se ha tirado uno bueno!» todxs hemos reaccionado tapándonos la nariz y profiriendo profundos lamentos.

Mi vecina de asiento ha sacado su colonia del bolso y, brazo en alto, ha perfumado al bus entero, sobre todo a mí. La gente levanta el cuello, gira la cabeza a ambos lados, no sé si buscando oxígeno o intentando detectar al culpable.

Dos filas por delante, un chico lleva un tatuaje que reza «Perdona a este pecador». No puedo evitar relacionar a este sujeto con el presunto pedo que nos acaba de atacar y me da la risa.

Sólo recupero la compostura al recordar al pobre Piolín censurado en el puerto de Barcelona; eso sí que es para escandalizarse…

Feliz lunes.

16-10-2017

A veces siento que el autobús tiene vida propia, angelito.
Suena la Cope: la vicepresidenta se pronuncia sobre la carta de Puigdemont y juraría que de repente vamos más deprisa de lo normal, acompañando la indignación del discurso a base de acelerones; sólo nos falta la bandera.

Hace un rato nuestro ritmo era más pausado; un tertuliano hablaba del carisma escolapio y el número de franciscanos beatificados. Íbamos, más que pausados, levitando por la autopista.

Mis amigas me aconsejan que me ponga auriculares pero yo, que perdí el olfato en un accidente, pienso que si me quito el oído me quedo ya con muy pocos sentidos operativos y tampoco es eso, ¿no?

Feliz lunes.

23-10-2017

La verdad es que mi primera opción para estos viajes no fue el bus, sino blablacar.

Aguanté un mes y lo dejé por agotamiento: un coche con desconocidos es para mí a nivel comunicativo como un ascensor con ruedas que no llega nunca a mi piso.

Yo además padezco de horror vacui y me lanzo a veces a la verborrea y el bocachanclismo si nadie habla. Lo dicho: agotador.

Sé que es también un buen lugar para practicar la asertividad, ponerme los cascos y hacerme la muerta, pero todavía no soy Hari, lo seguiré intentando 😉

La situación encima está empeorando: me cuenta Maribel que el otro día se hizo un Denia-Valencia escuchando el discurso del rey. El fin del mundo, vamos.

6-11-2017

En los asientos de delante, un grupo de señores jubilados se va pasando un vídeo de los Morancos imitando a Puigdemont; les ha llegado por whatsapp y se parten de risa. Morancos y whatsapp son dos palabras que deberían anularse mutuamente.

Yo es que esta noche he soñado, entre otras cosas, que corregía palabras con un boli rojo; puedo ser así de repelentosa (madre, ¿esta palabra es de la Mungupedia…? ¿Qué nota le pongo?)

Aquí donde escribo, además, las palabras son especialmente peligrosas: por lo visto, si en estas crónicas pongo el nombre de la empresa de autobuses en la que viajo, a mis amigas les aparecen anuncios de la misma todos los días, solo por ponerme un like o comentar. No lo hare más, lo juro.

Por otra parte, ayer le dije a una amiga que odiaba lo de la «gestión «de las emociones y me propuso sustituirlo por «procés»: es mas orgánico y menos gris. Eso sí, igual nos acumulan a la causa- si es que aún cabemos- y nos encarcelan.
Qué dilema.

13-11-2017

Qué mal llevamos las personas el malestar ajeno, así en la vida como en el bus: la chica del asiento de al lado lleva cuarenta minutos empeñada en levantarle el ánimo a su amiga, que está pasando por lo visto una mala racha.
Y lo hace con tanta profusión de consejos y métodos que en cualquier momento saca un libro amarillo de autoayuda y me lo vende hasta a mí.

Yo, que en ocasiones veo metáforas, pienso en Nushu, mi gata: lleva todo el fin de semana con restos de caca enganchada en los pelitos de atrás; ha mutado de criatura encantadora a dios pestilente de Chihiro en un plis plas.

Yo la he acosado con todo tipo de instrumentos: un cepillo, una esponja, unas tijeras. Algo he conseguido, además de un par de arañazos, pero al final ha sido ella la que, tranquila y literalmente, se ha quitado la mierda de encima.

Yo le veo a esta chica la misma cara de déjame en paz que tenía mi gata, pero claro, no tiene sus uñas.

Feliz lunes.

27-11-2017

Desde algún asiento del bus suena un pitido y todxs miramos el móvil, o al menos lo tocamos para asegurarnos de que sigue ahí. A veces no suena nada y lo miramos igual, el chico de al lado no deja de hacerlo.

Por lo visto, se trata del «síndrome de la vibración fantasma», lo último en el mercado, y tiene una razón evolutiva: cuantas más veces mires el móvil sin motivo, más a salvo estarás de que te pique una serpiente cascabel en la jungla. O algo así.

Yo creo que la cosa va más allá, que vivimos en espera de ese mensaje que nos saque de aquí, siendo «aquí » el aburrimiento, nosotras mismas, la normalidad, el capitalismo, la soledad, otro especial de Ferreras…

O sea, que vivimos en un ay y el móvil es el oráculo.

Apañadas vamos.

4-12-2017

«¡¡¡CHOFÉEEEEEEER!!! A QUÉ HORA ESTAMOS LLEGANDO A BENIDOOOOOORM?»

Una potente voz cubana se alza desde mitad del autobús, pensando ingenuamente que aquí las personas nos comunicamos con naturalidad.

Yo a estas alturas ya sé que el bus es un sitio demasiado estrecho para ignorarnos, pero demasiado aséptico para cuidarnos.

Así que la pregunta se queda rebotando contra las ventanas seguida por un par de miradas jubiladas de reprobación.

El conductor-asiento ergonómico, dos o tres quinquenios- ni se inmuta.

Yo ya os he hablado de mi horror vacui, así que le contesto: «¡A LAS 12!», y recibo a cambio un «¡GRACIAS, MIHIJA!» que me da calor un rato.

Y es que hace frío, en muchos sentidos.

PD: mi cumpleaños ayer fue el más gélido que recuerdo, qué agarrotamiento de manos, así que gracias por vuestro enorme afecto invernadero.

11-12-2017

Yo gerontofobia tengo la justa, pero tengo; como todo el mundo.

Resoplo, lo justo pero resoplo, mientras espero a que los jubiladxs encuentren- va, joder…- su asiento y coloquen esos bultos que ya podían haber dejado en el maletero, ostia ya.

Es un sentimiento que varía en función de mi estado de ánimo: paso de la empatía al resoplido en un plis. Y sí, doctora,debe de estar relacionado con la gerascofobia (miedo a envejecer, según la wiki).

Lo que peor llevo en estas distancias tan cortas son los pañuelos de tela y las narices trompeta.

Ay, escribo este post y me siento remilgada, edadista y cruel: respiro hondo y reviso mis privilegios…

…en plena revisión, suena una trompeta a mi lado; el pañuelo de tela con 20 gramos de carga flemática es doblado pulcramente y guardado en un bolsillo.

Y yo quiero morir; lo justo, pero quiero morir.

18-12-2017

Pues llamadme rarita, pero yo empiezo a valorar seriamente al bus como herramienta del feminismo tercera ola; aquí el género o lo dejamos en el maletero o lo deconstruimos, porque en las baldas del pasillo no cabe.

Un ejemplo: aquí el manspreading o despatarre masculino es inviable, no hay virilidad que quepa en este asiento. Qué gusto.

También nos ahorramos el exhibicionismo caballeroso: en este sálvese quien pueda de la estrechez cada cual sube sus bultos como puede, y mira que aquí hay señoras con las que practicar, pero nada.

Ya digo: un hallazgo.

Por lo demás, 17º y las Spice girls de fondo.

8-1-2018

No sabía si este 2018 seguiría yo con ganas de narrar desde el bus, ya ves, como si por cambiar de año aquí dejaran de pasar cosas…o yo dejara de ser la bocachanclas que ya conocéis.

Por cierto, algunxs me preguntáis por qué no escribo en el viaje de vuelta, los viernes por la noche.

La respuesta es que eso no es un bus, es la habitación de mi vecina, y yo una intrusa que entra a oscuras tropezándose con los zapatos del pasillo.
Cuando yo subo, esa gente lleva desde Algeciras haciendo hogar, y os digo yo que lo consiguen: ronquidos, cojines cervicales, serieadictos con tablet y manta, el gemido de algún bebé…

No, eso no invita a escribir, invita a hacer la cucharita con el/la del asiento de al lado y que el destino provea.

Eso sí, nunca veo regresar a lxs jubilados de los lunes…empiezo a sospechar que Benidorm se los traga. Difundid, por favor.

15-1-2018

Desvelo al que hoy será mi compañero de viaje los grandes misterios del bus: dónde están los números de asiento y cómo se baja el reposabrazos.

Se excusa con una media sonrisa y me dice que claro, él no suele viajar en este medio.

Mientras lucha con el reposapiés -que también tiene su técnica- yo aprovecho para analizarlo: hombre, edad madura, prototipo de conductor experimentado y autocontaminante. El pelo a lo Bárcenas y unos zapatos caoba castellanos que yo creía extinguidos.

Y es que claro, la clase: sabed que el bus es el paria de los medios de transporte, el último peldaño en la escala social de la movilidad. Es lo que la cabina de teléfono a las telecomunicaciones.

Como decía un amigo el otro día, dan ganas de preguntar, como en prisión, «¿y tú qué has hecho para estar aquí?» y acabar tatuándonos juntos el número de asiento en el bíceps.

El señor estirado parece que se va acomodando, aunque no pierde ese gesto torcido como de repelús. De hecho da un respingo y maldice algo cuando el conductor saca la cabeza por la ventana y grita: ¡¡TRENTAYCINCO PARA BENIDOOOOOOOOOORM!!

Y sí, ya sé que al principio impresiona, pero que se deje de remilgos o algún veterano tatuado le bajará los humos en el patio…

22-1-2018

Ya sabéis que a mí el bus me remueve mucho, y no solo por los baches de la A7.

Hoy viajo acongojada por una revelación que he tenido tras releer a Kavafis el fin de semana; voy a intentar resumirlo: si Itaca no es el puerto de llegada sino el viaje, hete aquí que Itaca es el bus, y el conductor el destino.

Cómo se os queda el cuerpo: a mí, fino filipino (ver Mingupedia).

Reformulo: mi vida es un lunes en bucle a 100km por hora en una autopista abollada, rodeada de pensionistas y guiada por los designios de un señor malhumorado.

Me he quedado atrapada en este dilema existencial hasta la Safor, y solo la voz de los Bee Gees en la radio ha conseguido sacarme.

Stayin’ Alive. Benditos sean.

29-1-2018

Bustopía I:

Año 2090. Un numeroso grupo de perfiles sin foto, harto ya del desprecio recibido, inicia una escalada de violencia tras la cual el Gobierno acaba ilegalizando las app de citas (a pesar del informe del Consejo de Estado).

Tres jóvenes emprendedores, en pleno trance dinámico, desarrollan un nuevo producto para buscar pareja sin riesgo de que la gente acabe quedando con lxs ex de sus ex de sus ex, así, en bucle agónico.

El hallazgo se llamará «Bus dating», y consiste en introducir los datos del usuario vía USB en el asiento, encargándose el propio vehículo de hacer el match.

El reposapiés entonces vibra e indica el número de la persona compatible, tras lo cual suena en la radio una de Rod Steward y el usuario/a tiene 30 segundos para sentarse con él o ella y compartir opiniones sobre los buffets de Benidorm, el tiempo que estimen conveniente.

Continuará…o no.

5-2-2018

El bus suele llevar una velocidad bastante acorde con el ritmo de mis elucubraciones.

Circulando a una marcha moderada siento que puedo cambiar de opinión y contradecirme tranquilamente, cosa que hago con gran habilidad: esto sí, mira pues no; casi seguro, ni por asomo…y así.

Mientras, naranjos y postes de la luz van sucediéndose con calma por la ventana; mi incertidumbre y yo conversando.

Pero hoy vamos por la autopista que nos falta clavar la rodilla en las curvas, así, todxs a una, lo cual invita más a la certeza y la rigidez. Ahora mismo, de hecho, afirmaría lo que me pusieran delante.

Además la tensión en el esfínter impide que el oxígeno llegue bien al cerebro; el caso es que mis pensamientos brotan, nunca mejor dicho, atropellados.

Y así no hay quien pueda dudar en paz.

19-2-2018

-”Milagros es muy hijaputa, pues no le dije que la lana iba doble y me suelta que no tengo ni idea…

-Una cabrona, sí.

-Y una tacaña, que no pone ni la estufa.

-Menudo bicho.»

Mi mente retorcida: Tarantino, duelo de agujas en un hotel de Benidorm, Milagros con la garganta atravesada, un ovillo en la boca.

Por lo demás, un viaje tranquilo. 16º, en la radio Modern Talking.

5-3-2018

Hay días en que la vida te invita a realizar cambios profundos, trascendentales.

Hoy en el bus, sin ir más lejos, he tenido el valor de abandonar mi fiel asiento 14 (ya sabéis que lo elijo confiando en que nadie quiera el 13, por superstición, y así ir más ancha), y me he sentado en el 10, un lugar inexplorado y en principio hostil.

Ya por la mañana había sentido esa llamada a la rebeldía y, en un arrebato de coraje, le di la vuelta al papel higiénico en el soporte de la pared, inaugurando una nueva orientación que dios sabe qué me deparará.

Tras un primer momento de vértigo y envalentonada por mi hazaña, me he dirigido al armario de la cocina y, si mirar siquiera la taza blanca para no flojear, he cogido la azul. Así, sin miedo.
El café con leche no me ha sabido igual, son muchos años juntas, pero sé que es mejor para las dos y acepto que el dolor también es motor de cambio.

Escribo esto con la inseguridad que me provoca el asiento 10 pero orgullosa de la nueva mujer que soy.

Feliz lunes.

12-3-2018

Hoy en la radio del bus dos señoros pronuncian «feminismo» así, sin sorna ni guiño, y yo sospecho tanto que se me encoge el culo en el asiento.

Uno le explica al otro lo que es el feminismo «mal entendido» y entre los dos nos explican a todas, en un inmenso mansplaining radiofónico, lo que debemos hacer con el movimiento.

Es mucho, incluso para este bus.

Ha venido a salvarme la voz estruendosa del señor de delante atendiendo una llamada. Al rato otra, y otra.

Mi vecina de asiento, una señora inglesa, me mira y dice en voz más alta aún: «¡¡EL SEÑOR GRITA MUCHO, TODO VIAJE PAM, PAM, PAM!! mientras hace como que se golpea la oreja.

Yo creo que piensa que sigue hablando en inglés y no la entendemos, o igual se la suda todo, no sé. El señor se gira.

El caso es que quiero sonreír a mi vecina pero me sale una carcajada absurda y ella me imita. Nos partimos de risa.

Ay, qué viaje.

20-3-2018

La señora del asiento de atrás habla por teléfono desde que hemos salido de Valencia. Le insiste a su interlocutora en que ella es muy transparente y no se calla.

Esto último es bien cierto, doy fe.

Giro disimuladamente la cabeza para comprobar si lo de la transparencia es un farol o también va en serio.

Para mi asombro observo que, si no transparente, al menos borrosa sí es.

El corazón me da un vuelco y mi primera sospecha apunta a los efectos del poliexpán quemado de anoche.

Solo me tranquilizo al recordar los mareos cervicales que sufro últimamente. De hecho, por girar la cabeza ahora mismo veo borrosa a la señora y al bus entero.

Mi madre me ha contado que tuvo estos mareos exactamente a mi edad.

Me alivia pensar que, si este mimetismo materno continúa, dentro de nada sabré hacer las mejores croquetas del mundo y vais a flipar.

26-3-2018

Debe de tener casi noventa años, la piel transparente. La conductora le ha acompañado a su asiento; lo ha acomodado. Sin prisas. La cola fuera, inquieta.

Luego, entre varias, le hemos ayudado con la chaqueta, la bolsa.

Una señora le ha atado el cinturón con la eficacia de quien sabe cuidar cuerpos desconocidos. Otra le ha subido el reposapiés, el reposabrazos.

Hacer lo necesario es, demasiadas veces, asombroso y subversivo.

Él mira alrededor entre divertido y agradecido.

Se seca constantemente los ojos y mira por la ventana, agarrado a su bastón con las dos manos.

Yo le miro a él, y siento que hoy el bus es un lugar seguro. Que esta conductora me puede llevar donde ella quiera y que la ternura es, más que nunca, la única lucha que quiero sostener.

Feliz lunes.

10-4-2018

Al salir de la estación, el conductor asoma la cabeza y grita por el interfono: «¡¡COJO VEINTINUEVE Y DEJO QUINCE EN BENIDORM. DESCARGO EN ALICANTE!!»

Lo de ser contada por cabezas puede parecer desagradable, pero no lo es tanto..o será que hoy el ego no me cabía en la maleta.

«¿Eres el 13 o el 14, chica?» Me pregunta una señora. «El 14, claro».

Y es que esto de ser número no está tan mal; esa ligereza identitaria, ese formar parte de un quince descargable…

Aquí en el bus se le quita a una la tontería existencial y las grandes cuestiones son reveladas con una nitidez que ya tuvieran las ventanas: ¿de dónde venimos…? de Valencia. ¿a dónde vamos…? a Benidorm. ¿Cuál es el sentido de la vi(d)a? doble; tres carriles por lado.
Pim pam. Sin drama.

Be bus, my friend.

Feliz martes!

16-4-2018

Lo vengo diciendo desde hace tiempo: cuando alguien fluye cerca de mí siempre acabo salpicada.

Porque digo yo: ¿acaso fluye el bus? «Conductor, ¿a qué hora salimos? No sé, voy a fluir.» No.

Una chica asegura por teléfono que ella fluye mucho, que se deja llevar. Y es cierto: lleva fluyendo de asiento en asiento desde que hemos salido, intentando encontrar imagino su asiento ideal. Como si eso existiera.

Yo he sido la primera abandonada, y lo primero que me ha venido a la cabeza es si me había duchado esta mañana, así de frágil es la autoestima y así de férreos los mecanismos de autoinculpación en los que nos han educado.

Luego ha hecho lo mismo con otros y me he sentido aliviada…qué miseria emocional.

Que alguien ponga fin a este fluir neoliberal, a ese deterioro de los vínculos; a este bus líquido…

Feliz lunes!

23-4-2018

Hoy ocupa el número 13, a mi lado, una señora mayor mochilera, una estupenda y colorida abuelescente.

Ya la he conocido dormida; el bus venía del aeropuerto y a juzgar por el perfecto acople que ha conseguido en el asiento, debe de llevar muchas horas empalmando medios de transporte. Ronca levemente y abraza un bolsito de tela.

En un momento, abre un ojo y con voz pastosa pregunta: «quelle heure est- il?» a la vez que ronronea y se da la vuelta en el asiento. Yo le contesto con mi francés de instituto: «onze heures», y continuaría diciéndole que siga durmiendo, que ya preparo yo el café, de familiar que se nos está poniendo esto y de entregada que estoy a esta nueva amistad.

Entregada; eso me dijo el fisio el otro día: que es un placer cuando un paciente se entrega como yo lo había hecho. No quiero ni imaginarme.

Empiezo a pensar que este exilio está exacerbando mi ya natural facilidad para crear vínculos, haciendo que me entregue a fisioterapeutas y viajeras como si no hubiera un mañana, como me entregaría a un croisant en un día de dieta…

Mira qué rico, le llevaré uno a mi compañera con el café.

Feliz lunes!

2-5-2018

Ayer me preguntaban si esto que escribo en el bus es ficción; por las diosas que a veces me encantaría que lo fuera.

Hoy, por ejemplo, sería estupendo que este señor que tengo detrás fuera ficticio: le va contando a su vecina de asiento que las amiguitas de su hijo van a su a casa y éste ni las mira, con el culo que tienen. Qué generación de atontados estamos criando, dice.

La señora le sigue el rollo y ríe con una complacencia que ya podría ser fruto de mi imaginación.

Yo misma, si fuera ficticia, podría girarme y hacer callar al tipo, no sé, sacar una catana, dar tres vueltas en el aire y fulminar su pedofilia normalizada, pero soy demasiado real y me callo.

Y qué decir del resto de personajes secundarios que me rodean: el niño que pega patadas en mi asiento, la chica asiática que lleva una hora gritándole a un teléfono…mira, sigo: periodistas, jueces…

Al menos, si no ficción, podríamos ser de vez en cuando ensayo, pieza dramática, no sé…chiste malo.

Lo único irreal es este lunes, que es miércoles. Feliz día!

7-5-2018

Lo vengo sospechando desde hace tiempo: las señoras mayores del bus tienen superpoderes.

Hoy una de ellas me ha dejado, como diría mi madre- jefa de las wonder women- de pasta de boniato: iba la señora corriendo por el andén cuando ha tropezado con una maleta. Ha caído al suelo, ha dado tres giros sobre sí misma y al tercero se ha puesto en pie impulsada por la inercia, con una elegancia que ya quisieran muchos especialistas.

Cuando hemos llegado a ayudarla ella ya se atusaba el pelo, repitiendo «naaada…naaaaada», demostrando una habilidad notable en el arte de no dejarse cuidar.
Muchos años de experiencia, imagino.

Al rato, he sido beneficiaria de otro superpoder más sorprendente aún: intentaba yo ponerme una chaqueta en la estrechez del pasillo busil, retorciéndome sin resultado, cuando han aparecido dos de ellas por ambos flancos y a una velocidad sobrenatural; una me ha acercado la manga, al tiempo que otra estiraba de mi camisa y la alisaba para que no se fuera detrás, creando arrugas innecesarias.

Finalizada su misión y con una sonrisa, han vuelto a sus asientos como si nada, dejándome emocionada en medio del pasillo.

Este planeta las necesita, sin duda.

Feliz lunes!

14-5-2018

A estas alturas de mi vida ya sé que todo cambia, que nada permanece.

Algunas cosas, de hecho, mutan de tal forma que se vuelven irreconocibles: Layla, de Eric Clapton, en su segunda mitad…qué sé yo, Cifuentes…

Que me disperso. Lo que quería decir es que hoy el bus ha cambiado, al menos en su contenido: está lleno de jóvenes con traje que se dirigen, al parecer, a unas jornadas de marketing a Benidorm.

Me siento como si viajara en la última encuesta de intención de voto, a cien por hora y en pleno sorpasso de Ciudadanos. Sólo Raphael desde la radio me recuerda dónde estoy.

Igual- reflexiono- no se trata de un cambio, sino de una variación de tendencia, una desviación …o quizá es que estoy sentada en lo que ahora se denominaría un posbús, o un neobús: lo de siempre, queriendo ser algo distinto.

Me estoy empezando a marear de tanto delirio, y aquí las bolsas hay que pedírselas al conductor, qué trance.

La última y me callo: ¿qué habrán hecho hoy con nuestrxs mayores…?

Feliz lunes.

21-5-2018

Hay días en los que a una le invade cierta sensación de extrañeza social, de separatidad extra, no sé…de otramiento megaplús.

Hoy es uno de esos días; de hecho, si bien me parece obvio que todas estas personas viajamos en el mismo bus, no tengo tan claro que vivamos en el mismo lunes.

El señor del asiento de al lado-que quizá no esté tan cerca ni sea un señor- me recuerda además al malo de la peli fantástica que vi anoche sin saber que era fantástica.

Y es que claro, una sale así, a lo bruto, del colocón amoroso colectivo que ha sido este fin de semana y pasan estas cosas.

Hoy, más que nunca: si no hay cucharita no es mi revolución ✊🏼

Feliz lunes!

28-5-2018

Aquí en el bus hay ciertas normas inquebrantables.

Una de ellas, establece que el equipaje para Benidorm se coloca en el lado derecho mirando desde enfrente, y el de Alicante en el izquierdo.
No hay conductor que no lo indique así , a voz en grito, nada más colocarse en la puerta.

Hoy, en cambio, ha sucedido algo imprevisto: el lado izquierdo ya estaba abierto antes de que llegara el conductor, y este simple hecho ha roto nuestra frágil paz social.

Lo que acontece a continuación es esa absurda secuencia que el ser humano repite una y otra vez:

La gente, inmóvil, mira el maletero; silencio tenso/un señoro da el paso e introduce su maleta y la de su esposa/ alguien (yo) pronostica el inmediato desastre/ el desastre sucede: comienza una incomprensible carrera plagada de pisotones y tropiezos, y la gente imita al líder como si no hubiera un mañana/aparece el conductor hecho un basilisco y reordena el equipaje según indica la tradición.

Se me ocurre que:

– No es bus para revoluciones.
– Maletero veo, maletero deseo.
– Tropecé dos veces con la misma rueda.

Feliz lunes!

4-6-2018

La cara de Dalí, el símbolo del dólar, «Sólo dios puede juzgarme», la mare de déu y, de fondo, profusión de motivos florales.

Hoy me entretengo contando los tatuajes del chico de delante-izquierda; si el pasillo del bus fuera más ancho la vista no me daría, pero mira.

Es que aquí mucha holgura no tenemos; tampoco en los asientos, que invitan, quizá por ello, a la re-flexión (fíjate qué chiste malo me ha salido).

Lo dicho: que aquí por no caber no cabe ni la menor duda (otro..).

Hoy es que estoy contenta, paciencia conmigo 😉

Mejor me pongo a leer, la señora de al lado ha sacado un libro; si ella lo aguanta yo paso las páginas.

Por lo demás, 21º, Sting, y una sonrisa.

Feliz lunes!

11-6-2018

A veces pienso que el bus es una gran metáfora con ruedas, una réplica del mundo en movimiento, pero realmente este microcosmos te permite vivir situaciones que ahí fuera ya no se ven.

Por ejemplo, aquí la gente comenta los pueblos por los que pasamos y el estado de los naranjos. Contempla el paisaje e invita a rosquilletas entre cabezada y cabezada. Bendita generación.

De hecho, ahora mismo soy la única de mi sector que mira el móvil, con las enormes pantallas que tengo alrededor…mira, la que tengo más cerca pone «salida de emergencia «.

Ah, que no son pantallas.

Lost in bus…😕

Feliz lunes!

18-6-2018

«MI NOMBRE ES ISABEL Y VOY A CONDUCIRLES A CADA UNO DE SUS DESTINOS».

Esta mujer rapada, tierna y poderosa a la vez, no me puede caer mejor. Alucinada se ha quedado mi amiga Laurina, que hoy viaja conmigo, al escuchar tamaño recibimiento.

Soy una tipa con suerte: en mi último viaje de esta etapa vilera me acompañan estas dos mujeres maravillosas.

Y es que mi exilio laboral parece que acaba-durante un tiempo al menos, nunca digas a este Alsa no subiré- y con él estas crónicas del bus de los lunes, donde he intentado mantener cierta mirada ingenua y socarrona que me hace mucho bien; casi tanto como vuestros likes, comentarios, gifs y compañía.

Esta viajera se despide con unas improvisadas palabras:

Yo he visto cosas que vosotrxs no creeríais. El bus adelantando a un BMW más allá de la Safor. Rosquillas de anís con sabor a ajo hechas por una señora alemana cerca del peaje de Benidorm.
Todos esos momentos se perderán en el tiempo…como lágrimas en la lluvia. Es tiempo de trabajar en Valencia.

Feliz lunes y gracias a todxs!!