«Mais c’est un rêve…»

Tardé bastante tiempo en pronunciar la palabra “claustro”. También en comprender su significado; tuve siempre claro, eso sí, que cuando mis padres tenían uno, inevitablemente comíamos tarde.

Sigo sufriendo los claustros, ahora desde dentro, y puedo asegurar que continúan siendo sinónimo de hambre. También de inefable desasosiego.

Dos de la tarde; el equipo directivo en el estrado de tela gris, grises cortinas. Acoples de megafonía que destrozan el tímpano, ochenta traseros inquietos en sillas de brazo oxidadas.

La reacción bioquímica que mi cerebro experimenta en estos momentos me lleva a rozar la misantropía y el autoodio.

El director toma la palabra y habla para su camisa durante treinta largos minutos, durante los cuales suenan chascarrillos, resoplidos, toses, bufidos…

Inglés I se gira y le pregunta a Tecnología II si va a ver el partido de la tarde.

Literatura me pide que le pase a Matemáticas el móvil con las fotos de la graduación de su hija. Las comentan -vestidos, peinados…- a través de mí, que hago como que no escucho pero quiero morderles una mano.

El director sigue hablando para nadie; en la pantalla se proyectan quesos de colores con más cifras, esta vez de expedientes disciplinarios y medidas correctoras.

Miro alrededor, hago mis propias estadísticas e imagino los quesos resultantes: un 50% mira el móvil, un 40% habla, y el 10% restante parece atender. Este último grupo es el que más me inquieta.

Vuelvo a mirar el reloj: llevamos una hora y cuarto.

Los ojos se me cierran…

El reloj marca las 15.20h cuando empiezo a notar un leve cosquilleo en las piernas. Una fuerza desconocida me levanta del asiento y me conduce inevitablemente hacia el pasillo.

Sigo caminando y me dirijo hacia el estrado. Llego a la altura del director, que sigue comentando estadísticas sobre la implantación escalonada de programas plurilingües y le quito el micrófono.

Recalculo mentalmente mi propia estadística: ahora un 70% me mira en silencio, un 20% le dice algo al de al lado y un 10% mira el móvil.

Entonces, doy dos golpecitos al micro, un leve soplido, y empiezo:

“C’est presqu’ au bout du monde

ma barque vagabonde

errant au gré de l’onde

m’y conduisit un jour…”

Mis caderas se mueven lentamente a ritmo de tango-habanera mientras estiro la “u” de “jour” como lo haría Ute Lemper. Me preparo para las notas agudas del segundo “Youkali”, apretando el diafragma y cogiendo todo el aire que puedo.

Me reclino sobre la mesa para ofrecer más dramatismo y tiro sin querer el portátil de la jefa de estudios, que se levanta asustada dejándome sola con el secretario. El director sigue de pie con el puntero en la mano.

Mantenimiento electrónico y Recursos humanos II han empezado a bailar agarrados, creo que como venganza ante el eterno olvido de la FP.

El secretario balancea la cabeza con los ojos cerrados. Yo ataco el estribillo con emoción contenida: “Youkali, c’est le pays de nos désirs….Youkaaaaaaaaaali…c’est le bonheur, c’est le plaisir…”

Dos alumnos asoman la cabeza por la puerta y desenfundan el móvil. Automáticamente estoy en cuatro grupos de whatsapp de clase, tres del club de fútbol y cinco de padres y madres de la ESO. Tengo en un minuto más visitas que la Salchipapa de Leticia Sabater.

Se acerca el final de la canción y yo, familiarizada con el escenario, lo recorro a pasos amplios y seguros, preparándome para el salto de octava final con acabado en pianísimo. Lo ataco con solvencia.

Suenan aplausos.

Me sobresalta un codazo y abro los ojos: es mi compañero de departamento, que me mira divertido. La última vez se durmió él.

Todavía puedo ver en la pantalla la última diapositiva proyectada con el resultado de la encuesta sobre el programa de formación bianual; es gris, como las cortinas.

La junta directiva baja lentamente del estrado, la gente recoge sus cosas y se levanta con pesadez.

Tengo hambre.

2 comentarios en “«Mais c’est un rêve…»

  1. Holaa! Vaig a ser el primer en estrenar els comentaris… que il.lusió!. Què maravella de blog. M’he vist tan comprés en la frase «Mantenimiento electrónico y Recursos humanos II han empezado a bailar agarrados, creo que como venganza ante el eterno olvido de la FP» 🙂

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